“Recuerdo perfectamente aquel momento. Estaba agotada de pelear cada día con una herramienta que no funcionaba y con empleados que se quejaban porque el fichaje fallaba. Cuando me hablasteis de Laborys y me contasteis que había una cuota de configuración, lo primero que pensé fue: ‘otro gasto más’. Pero decidí probar. Y hoy, sinceramente, ha sido una de las mejores decisiones que he tomado como administradora. Laborys no me vendió un programa, me devolvió la calma. Ahora todo está automatizado, los informes se generan solos y las inspecciones ya no me quitan el sueño. No tengo que perseguir a nadie para justificar horas, y eso, para mí, no tiene precio. Cuando pienso en lo que invertí y lo que obtuve, me doy cuenta de que no pagué por un software, sino por dormir tranquila sabiendo que todo está bajo control.”